En este nuevo aniversario del partido, nuestro homenaje a Bolivia no puede expresarse con nuestros clásicos actos de recordación falangista con algo más hondo: el sacrificio voluntario de tantos bolivianos que purgan en cárceles el delito de combatir al comunismo.
Por eso mis palabras, en este 15 de agosto, que nos encuentra en el fragor de un combate ininterrumpido por establecer en toda su plenitud los principios de Dios, de Patria y de hogar; están dedicadas a rendir mi homenaje de admiración a la entereza y heroísmo de los luchadores falangistas, hombres y mujeres, que han desafiado con bravura la vesania y crueldad de los movimientistas, sin claudicar un instante en el ideal.
Mi homenaje al ínclito héroe del Chaco, Gral. Bernardino Bilbao Rioja, que a sus cicatrices de la guerra, ha sumado hoy día las heridas mortales que la antipatria le ocasionara en la intentona de asesinato perpetrada la noche del 30 de junio, por orden de Paz Estenssoro.
Mi homenaje a Vicente Maldonado Matos, asesinado en las celdas policiarias.
Mi homenaje a Juan José Loría, líder universitario paceño, incomunicado en los campos de concentración de Coro Coro, mientras los “universitarios gendarmes” pretenden suplantar las mayorías por el servilismo y las bayonetas.
Mi homenaje a la juventud universitaria y estudiantil, que en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Potosí, Sucre, ha derrotado a los movimientistas, respaldados en sus policías, para izar en lo alto de las universidades la bandera de la Patria y de la libertad.
Mi homenaje a los jefes y oficiales del Ejército y de Carabineros, perseguidos por la saña destructora y antinacional de los movicomunistas, y que en el rigor de la prisión o el destierro, no renunciará ni renunciarán al honor de su espada que les impone el deber de reorganizar las Fuerzas Armadas unidas en servicio de una Patria libre.
Mi homenaje a los cadetes de Bolivia, honra y prez de la Patria, que luchan sin tregua contra los destructores del Ejército, porque comprenden que el Castillo del Cadete no pude representar el odio de clases sino el amor de Patria.
Mi homenaje a los miles de bolivianos, que arrancados de la Patria, padecen el destierro; a los confinados en lugares insalubres; a los detenidos en los campos de concentración o en las cárceles; a los que, incapaces de traicionar o rendirse, han padecido torturas en los antros policiales.
Mi homenaje a las madres, esposas, hermanas que sufren la ausencia y contribuyen con su trabajo a la victoria del ideal. A tanto boliviano torturado o perseguido, a tanto hogar regado de lágrimas y sacudido de indignación y rebeldía, les digo con mi derecho de combatiente sin tregua.
Esta vergüenza para la Patria no prevalecerá. Este sacrificio para vuestros hogares debe terminar.
“No se es impunemente poderoso”, ni se puede impunemente cometer tantos crímenes contra la persona humana, contra sus creencias religiosas, contra su derecho a la libertad y a la paz, a la propiedad y a la justicia. No se puede impunemente destrozar la Nación y sus instituciones, aniquilar la economía, generalizar la pobreza, sembrar el odio, saquear los campos, robar y torturar. Y todo a nombre de la Patria y la justicia.
El legendario valor de una ciudad y una Nación, que una y cien veces refrendó con su sangre y su victoria el lema augusto “cuna de libertad y tumba de tiranos” está golpeando los corazones. Sin armas y sin medios, pero con honra y con valor derrotaremos el poderío de las fuerzas comunistas, armadas por la misión checoslovaca. Las derrotaremos en una gesta heroica, improvisando trincheras en cada hogar y en cada pecho. Será una victoria limpia como nuestros ideales.
Y entonces, de esa victoria cercana surgirá una Bolivia grande y fuerte, una Nación donde el trabajo forje la riqueza y la solidaridad distribuya esa riqueza en servicio de la colectividad. No será la restauración de lo injusto, sino la realización de la justicia social. Pero demostraremos a los demagogos irresponsables del odio que la justicia no está junto al Capital de Marx, sino al evangelio de Cristo.
Y no haremos asesinos ni salteadores de los indios, sino hombres libres.
No tendremos mercenarios extranjeros para torturar bolivianos, sino que respetaremos la persona humana.
No predicamos el odio sino la solidaridad; no la revancha sino la justicia; a la consigna actual de “arrasar” opondremos la nuestra de edificar.
Una nueva etapa creadora donde el individuo y el Estado, la iniciativa particular y la función pública, se ocupen de vencer cien años de ociosidad y de injusticia, con la pasión creadora y el afán de trabajo, que remueve escombros y levanta naciones.
Bolivia redimida por el trabajo y el trabajo ennoblecido por la justicia.
El hombre en servicio de la Patria y la Patria bajo el signo de Dios. No combatir es hacerse cómplices.
15 de agosto de 1953
Oscar Unzaga de la Vega
Jefe de Falange Socialista Boliviana
Por eso mis palabras, en este 15 de agosto, que nos encuentra en el fragor de un combate ininterrumpido por establecer en toda su plenitud los principios de Dios, de Patria y de hogar; están dedicadas a rendir mi homenaje de admiración a la entereza y heroísmo de los luchadores falangistas, hombres y mujeres, que han desafiado con bravura la vesania y crueldad de los movimientistas, sin claudicar un instante en el ideal.
Mi homenaje al ínclito héroe del Chaco, Gral. Bernardino Bilbao Rioja, que a sus cicatrices de la guerra, ha sumado hoy día las heridas mortales que la antipatria le ocasionara en la intentona de asesinato perpetrada la noche del 30 de junio, por orden de Paz Estenssoro.
Mi homenaje a Vicente Maldonado Matos, asesinado en las celdas policiarias.
Mi homenaje a Juan José Loría, líder universitario paceño, incomunicado en los campos de concentración de Coro Coro, mientras los “universitarios gendarmes” pretenden suplantar las mayorías por el servilismo y las bayonetas.
Mi homenaje a la juventud universitaria y estudiantil, que en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Potosí, Sucre, ha derrotado a los movimientistas, respaldados en sus policías, para izar en lo alto de las universidades la bandera de la Patria y de la libertad.
Mi homenaje a los jefes y oficiales del Ejército y de Carabineros, perseguidos por la saña destructora y antinacional de los movicomunistas, y que en el rigor de la prisión o el destierro, no renunciará ni renunciarán al honor de su espada que les impone el deber de reorganizar las Fuerzas Armadas unidas en servicio de una Patria libre.
Mi homenaje a los cadetes de Bolivia, honra y prez de la Patria, que luchan sin tregua contra los destructores del Ejército, porque comprenden que el Castillo del Cadete no pude representar el odio de clases sino el amor de Patria.
Mi homenaje a los miles de bolivianos, que arrancados de la Patria, padecen el destierro; a los confinados en lugares insalubres; a los detenidos en los campos de concentración o en las cárceles; a los que, incapaces de traicionar o rendirse, han padecido torturas en los antros policiales.
Mi homenaje a las madres, esposas, hermanas que sufren la ausencia y contribuyen con su trabajo a la victoria del ideal. A tanto boliviano torturado o perseguido, a tanto hogar regado de lágrimas y sacudido de indignación y rebeldía, les digo con mi derecho de combatiente sin tregua.
Esta vergüenza para la Patria no prevalecerá. Este sacrificio para vuestros hogares debe terminar.
“No se es impunemente poderoso”, ni se puede impunemente cometer tantos crímenes contra la persona humana, contra sus creencias religiosas, contra su derecho a la libertad y a la paz, a la propiedad y a la justicia. No se puede impunemente destrozar la Nación y sus instituciones, aniquilar la economía, generalizar la pobreza, sembrar el odio, saquear los campos, robar y torturar. Y todo a nombre de la Patria y la justicia.
El legendario valor de una ciudad y una Nación, que una y cien veces refrendó con su sangre y su victoria el lema augusto “cuna de libertad y tumba de tiranos” está golpeando los corazones. Sin armas y sin medios, pero con honra y con valor derrotaremos el poderío de las fuerzas comunistas, armadas por la misión checoslovaca. Las derrotaremos en una gesta heroica, improvisando trincheras en cada hogar y en cada pecho. Será una victoria limpia como nuestros ideales.
Y entonces, de esa victoria cercana surgirá una Bolivia grande y fuerte, una Nación donde el trabajo forje la riqueza y la solidaridad distribuya esa riqueza en servicio de la colectividad. No será la restauración de lo injusto, sino la realización de la justicia social. Pero demostraremos a los demagogos irresponsables del odio que la justicia no está junto al Capital de Marx, sino al evangelio de Cristo.
Y no haremos asesinos ni salteadores de los indios, sino hombres libres.
No tendremos mercenarios extranjeros para torturar bolivianos, sino que respetaremos la persona humana.
No predicamos el odio sino la solidaridad; no la revancha sino la justicia; a la consigna actual de “arrasar” opondremos la nuestra de edificar.
Una nueva etapa creadora donde el individuo y el Estado, la iniciativa particular y la función pública, se ocupen de vencer cien años de ociosidad y de injusticia, con la pasión creadora y el afán de trabajo, que remueve escombros y levanta naciones.
Bolivia redimida por el trabajo y el trabajo ennoblecido por la justicia.
El hombre en servicio de la Patria y la Patria bajo el signo de Dios. No combatir es hacerse cómplices.
15 de agosto de 1953
Oscar Unzaga de la Vega
Jefe de Falange Socialista Boliviana
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